Les dijo entonces Pilato: <<Lleváoslo vosotros y juzgadlo conforme a vuestra Ley>>.
Pilato no acepta la propuesta de las autoridades judías. No quiere refrendar sin más la decisión que han tomado. Comienza el forcejeo entre los dos poderes. El judío no tiene prisa por acabar con Jesús; el romano, de quien ellos pretendían que podía venir el peligro a causa de la actividad de Jesús (11,48), se resiste a tomar una medida.
Al remitirlos a su Ley, Pilato, sin saberlo, los está acusando. Su Ley no permitía juzgar a un hombre sin primero escucharlo para saber lo que ha hecho. Tal fue el reproche de Nicodemo a sus colegas fariseos (7,51). Su Ley les impediría condenarlo sin juicio formal.
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