sábado, 1 de julio de 2023

Jn 17,20

 <<Pero no te ruego solamente por éstos, sino también por los que a través de su mensaje me den su adhesión>>.

Jesús ensancha el horizonte a la comunidad de las épocas sucesivas. Está seguro de que su obra continuará; siempre habrá hombres que respondan a la llamada de la vida. Son sus discípulos los encargados de ir transmitiendo ese mensaje. El llamado mensaje del Padre (17,6.17) y, en otras ocasiones, mensaje de Jesús (14,23), lo es también de los discípulos (cf. 15,20). No es para ellos una doctrina aprendida; el mensaje del amor no se puede proclamar si no se vive: se comunica como experiencia propia.

Este mensaje, difundido por los discípulos, ha de producir la adhesión personal a Jesús, punto de referencia para todos los tiempos, centro perenne de la comunidad; ésta no puede nunca perder de vista su origen ni olvidar a su salvador y modelo (13,4: Igual que yo os he amado). El mensaje no es una teoría sobre el amor, sino la formulación de la vida y  muerte de Jesús; expone su persona y su obra, el amor de Dios al hombre manifestado en él y que tuvo realidad por su medio (1,17). No puede quebrarse la línea que parte de Jesús ni la misión tiene eficacia alguna si no lleva a él (cf. 4,39-42).

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