<<donde había un huerto; allí entró él, y sus discípulos>>.
Primera mención de un huerto; será también un huerto el lugar donde lo crucifiquen y lo sepulten (19,41s). El relato de la entrega y muerte empieza y acaba con idéntica localización. La ruptura de Jesús con el mundo lo lleva a morir, pero se anuncia desde ahora que entra en un lugar de vida y fecundidad: la muerte se sitúa en el lugar de la vida. El huerto es el lugar simbólico donde el grano va a caer y a morir para dar mucho fruto (12,24). Los discípulos, que no sabían adónde iba, como lo había expresado Tomás en la cena (14,5), aprenden ahora el camino que han de seguir en el futuro. Pero mientras Jesús sale de la ciudad con sus discípulos, porque la ruptura con el mundo se verifica al darle la adhesión (15,19), cuando se narra la entrada en el huerto no se indica plena simultaneidad entre Jesús y los suyos (allí entró él, y sus discípulos). De hecho, ellos irán entrando definitivamente en ese huerto a medida que entreguen su vida, como Jesús. Así lo indica la escena paralela del sepulcro: y (había) en el huerto un sepulcro nuevo, donde todavía nadie había sido puesto (19,41), pero que, después de Jesús, espera a los discípulos que, como él, den su vida por amor al hombre.
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