<<Padre justo, el mundo no te ha reconocido; yo, en cambio, te he reconocido, y éstos han reconocido que tú me enviaste>>.
En este verso expone Jesús la razón del deseo expresado en el verso anterior. El adjetivo <<justo>>, raro en Jn (5,30: sentencia de Jesús; 7,24; sentencia justa), aplicado aquí al Padre, está en relación con la diferencia entre Jesús y los suyos, que lo reconocen, y el mundo, que se niega a reconocerlo. Recoge lo dicho en 12,26: El que quiera ayudarme, que me siga, y así, allí donde yo estoy estará también el que me ayuda. A quien me ayude lo honrará el Padre. Jesús recuerda al Padre la respuesta y fidelidad de sus discípulos, en contraste con la incredulidad del mundo, para que el Padre los honre concediéndoles estar donde está él, es decir, gozar también de la condición de hijos. De ahí el apelativo: Padre justo.
El reconocimiento de que habla Jesús se ha expresado antes como convencimiento y fe (17,8b) y no se limitaba a la aceptación de principio, sino que se basaba en la práctica del amor mutuo (17,6.8a). Esta es la fidelidad a que Jesús se refiere, contraria a la conducta perversa del mundo opresor (17,6a), que niega a Dios con su modo de obrar.
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