<<el asalariado, que no es pastor y de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo, deja las ovejas y huye, y el lobo las arrebata y dispersa; porque siendo asalariado no le importan las ovejas>>.
Como antes la imagen de la puerta (10,8-9), también la figura del pastor (cf. 10,2) aparece primero en oposición a una figura representativa, aquí la del asalariado o mercenario (10,11-13) y, a continuación, en su relación con los suyos (10,14-15). La oposición entre el pastor y el asalariado se funda en la motivación: el pastor presta su servicio por amor, renunciando al propio interés, dispuesto a dar la vida por las ovejas; el asalariado lo hace por dinero y, en el peligro, deja que las ovejas mueran.
El lobo es otra figura negativa en paralelo con la de los ladrones y bandidos: las arrebata y las dispersa. En el rebaño hace el mismo estrago que aquéllos. Su obra es contraria a la de Jesús, reunir a los hijos de Dios dispersos (11,52).
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