<<así sabréis de una vez que el Padre está identificado conmigo y yo con el Padre>>.
De las obras deben deducir la unidad entre Jesús y el Padre (cf. 8,46); ambos tienen el mismo objetivo: dar vida al hombre. Como había aparecido al principio del episodio, Jesús no admite ser reconocido por Mesías sin que eso lleve al compromiso con él y con el Padre. No acepta una discusión teórica de su mesianismo. Si reconocen que su actividad es de Dios, lo que implica ponerse a favor del hombre, él es indiscutiblemente el Mesías. Si, en cambio, porque son opresores, no quieren reconocer que su actividad es de Dios, la discusión no llevaría a ninguna parte. No hay fe en Jesús sin que precede la opción en favor del hombre.
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