Repusieron los dirigentes: <<¿No tenemos razón en decir que eres un samaritano y que estás loco?>>.
Los dirigentes no tienen argumentos que oponer a los de Jesús, replican con insultos. Jesús acaba de <<excomulgarlos>> como idólatras, que tienen por dios el propio interés, principio de mentira y homicidio. Ellos toman su revancha, creyendo <<excomulgar>> a Jesús al llamarlo samaritano. Para los judíos, los samaritanos eran una raza bastarda e idólatra (hijos de prostitución, cf. 8,41). No pudiendo cogerlo en falta (8,46), les resulta imposible atacarlo de frente ni responder a sus denuncias. Su única escapatoria es acusarlo de heterodoxia y de insensatez.
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