martes, 16 de agosto de 2022

Jn 9,20-21

 Respondieron sus padres: <<Sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Ahora bien, cómo es que ve ahora, no lo sabemos, y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, ya es mayor de edad; él dará razón de sí mismo.

Los padres afirman el hecho que saben de primera mano: su hijo nació ciego. Pero insisten en su ignorancia del modo o del agente de la curación. Rehúsan toda complicidad con el hecho de que su hijo vea; declaran no tener noticia de quien lo ha curado. Se defienden como si <<ver>> fuera un crimen; así lo es de hecho para los fariseos.

Jn repite el dato de la mayoría de edad del ciego curado (9,21-23), mostrando que le atribuye particular importancia. En ambas ocasiones está puesto en boca de los padres, en relación con el temor que sienten de ser expulsados de la institución judía. Aunque se encuentran oprimidos (miedo), es un único horizonte, no podrían vivir fuera de ella. Como lo era su hijo, son sometidos ancestrales. Por ese temor, declinan toda responsabilidad en la curación y niegan conocer a Jesús. Sin embargo, estiman que su hijo puede hablar: Preguntádselo a él, ya es mayor de edad, él dará razón de sí mismo. La unión entre la mayoría de edad y el dar razón de sí mismo ante las autoridades muestra una clara diferencia con los padres, que tienen miedo a expresarse. La mayoría de edad significa, por tanto, la capacidad de hablar con libertad, basada en la propia experiencia (dar razón de sí), indicando la seguridad del hombre hecho, que no teme expresarse por la nueva sabiduría y libertad que le ha comunicado el Espíritu. Aparece, pues, un paralelo de la expresión encontrada en 6,10b (hombres adultos, cf. ibíd. Lect.).

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