Replicaron entonces los dirigentes: <<Ahora estamos seguros de que estás loco. Abrahán murió y los profetas también, ¿y tú sales diciendo que quien cumpla tu mensaje no probará nunca la muerte?>>.
Como la primera vez en el templo (2,18), los dirigentes no responden a la invitación de Jesús; al contrario, continúan su oposición, afirmando haber encontrado la prueba final de su locura. Han muerto hasta los hombres más cercanos a Dios, como Abrahán y los profetas (cf. Zac 1,5: <<Vuestros antepasados, ¿dónde están?; vuestros profetas, ¿viven para siempre?>>), y Jesús afirma que su mensaje exime de la muerte. Interpretan su dicho de la muerte física. Jesús había negado a ésta su calidad de muerte. Ellos la ven como una experiencia amarga (probar/gustar) de la que nadie puede librarse.
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