domingo, 21 de agosto de 2022

Jn 10,18b

 <<Este es el mandamiento que recibí de mi Padre>>.

El Padre, que ama a Jesús, le deja plena libertad; como Hijo dispone de sus actos (cf. 3,35; 13,3). La relación entre Jesús y el Padre no es de sumisión, sino de amor. Es obrando libremente como muestra su unidad con el Padre y le expresa su amor. El mandamiento del Padre no es una orden, sino un encargo; es más, la unidad de propósito que nace de la sintonía en el Espíritu.

La relación de Jesús con el Padre es modelo para la de los suyos con él (10,14s). El discípulo cumple el mandamiento de su maestro (13,34), que tampoco es una orden, sino que nace de una identificación interior (14,15: si me amáis, cumpliréis mis mandamientos).

Jn utiliza el término <<mandamiento>> para oponerlo a los de la antigua Ley. Moisés recibió de Dios numerosos mandamientos (Éx 24,12; Dt 12,28, etc.); Jesús recibe uno solo, el del amor hasta el extremo (cf. 13,1). Este <<mandamiento>> que Jesús recibe lo propone a los hombres y significa vida definitiva (12,49s; cf. 8,28); será el mismo que dé a sus discípulos (13,34: Igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros). Es el mandamiento suyo (15,12), el único que él formula. Se subraya de nuevo la diferencia entre las dos alianzas (1,17). 

El mandamiento que Jesús recibe para sí (10,18; 14,31) se diversifica en <<los mandamientos>> (15,10): realizar las obras del Padre (5,36; 10,37s). Asimismo, el mandamiento que los discípulos reciben de Jesús y que constituye la comunidad (13,34; 15,12.17) se despliega en <<los mandamientos>> (14,15.21; 15,10) que los impelen a trabajar en favor del hombre (9,4).

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Jn 21,24-25

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