<<Yo, en cambio, sé quién es y, si negase saberlo, sería un mentiroso parecido a vosotros. Pero sé quién es y cumplo su mensaje>>.
Jesús sabe quién es Dios: el Padre cuyo designio es comunicar vida al hombre. Si él desistiese de su actividad, negando esa realidad de Dios, se haría cómplice de la mentira de ellos, quienes presentan un Dios que apoya la opresión que ejercen. Jesús, identificado con el Padre por la comunión del mismo Espíritu-amor (1,32s), explica quién es Dios con su persona y actividad.
Ese amor hace imposible que Jesús pueda ceder a la presión de ellos ni aprobar su sistema. Si fuera un impostor, podría retractarse dándoles la razón y sería un embustero como ellos, cuya conducta y doctrina no nacen de la experiencia de Dios, pues no la tienen de su amor (5,42): hablan de él sin conocerlo y, en su nombre, imponen sus propios preceptos y someten al pueblo.
Jesús menciona el mensaje del Padre, el que ellos no conservan (5,38); aunque atestiguado por la Escritura, no hacen caso a su testimonio (5,39s). Era el mensaje del Dios liberador, el que por su amor sacó al pueblo de la opresión de Egipto y a lo largo de su historia se puso siempre de parte del pobre y del oprimido (5,37b-38 Lect.). Jesús cumple este mensaje: toda su actividad se desarrolla en favor del hombre, para darle libertad y vida; pero ellos no quieren reconocerlo. También sus discípulos lo cumplen (14,23-24; 17,6.14) y ese mensaje los consagra (17,17).
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