<<Si yo no realizo las obras de mi Padre no me creáis; pero si las realizo, aunque no me creáis a mí, creed a las obras>>.
Desafío final de Jesús a los dirigentes. La calidad del hombre se prueba por la de sus obras. Él dice ser el enviado del Padre e Hijo de Dios, y lo demuestra con las obras que hace.
La frase de Jesús los condena indirectamente. Ellos, los embusteros y asesinos (8,44; cf. 10,1.8.10), no pueden de ningún modo representar a Dios. Tienen credenciales jurídicas, pero ésas para Jesús no cuentan. Las únicas que atestiguan su misión divina no son siquiera sus palabras (no me creáis), sino las obras que realiza.
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