<<Mientras esté en el mundo, soy luz del mundo>>.
Este dicho de Jesús continúa el de 8,12: Yo soy la luz del mundo. Como en aquel pasaje, esta metáfora define su misión de Mesías, por referencia a la misión liberadora del Siervo de Dios según los dos pasajes de Isaías (42,6ss; 49,6ss), que, por una parte, definen al siervo como luz de las naciones y, por otra, su misión, como abrir los ojos a los ciegos, acción que figura, como lo indican los paralelismos establecidos por los mismos textos, la liberación de la opresión (cf. 9,7b Lect.).
La declaración de Jesús rebasa, sin embargo, el marco de la opción de Israel; será norma para la actividad posterior de sus discípulos. Las obras del que lo envió no pueden realizarse sin su presencia, cuando falta la luz (cf. 21,3: aquella noche no cogieron nada).
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