domingo, 14 de agosto de 2022

Jn 9,1-2

 Al pasar vio Jesús un hombre ciego de nacimiento. Le preguntaron sus discípulos: <<Maestro, ¿quién había pecado, él o sus padres, para que naciera ciego?>>.

La escena sucede fuera del templo, pero no se señala lugar ni tiempo; <<al pasar>> supone solamente que Jesús va caminando. Interesa únicamente la temática, en íntima conexión con las secciones anteriores.

Jesús ve un hombre ciego de nacimiento. Los discípulos que lo acompañan le plantean una cuestión que responde a la mentalidad de la época. Según la concepción corriente del judaísmo, la desgracia era efecto del pecado, que Dios castigaba en proporción exacta a la gravedad de la culpa. Se admitía también que Dios pudiera castigar por amor, para probar al hombre, y tales castigos, aceptados, producían una bendición: larga vida, mayor conocimiento de la Ley y perdón de los pecados. Pero ningún castigo que procediera de Dios podía impedir al hombre el estudio de la Ley. La ceguera, por tanto, no podía ser un castigo de amor, sino una maldición. No faltaban opiniones rabínicas según las cuales el niño podía pecar en el seno de la madre, pero era más frecuente pensar que los defectos corporales congénitos se debieran a las faltas de los padres.

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