<<Yo soy la puerta, el que entre por mí quedará a salvo, podrá entrar y salir y encontrará pastos>>.
Usando la misma imagen, describe Jesús, en segundo lugar, su relación con el hombre. Para el individuo, entrar por la puerta que es Jesús es lo mismo que <<acercarse a él>>, <<darle su adhesión>> (6,35), seguirlo o atenerse a su mensaje (8,31.51), lo que incluye, como en el caso anterior, asimilarse a él en la entrega al bien del hombre.
Respecto a los que entrar por él, Jesús es la alternativa que permite escapar a la muerte: quedará a salvo, porque él da vida definitiva (3,15ss; 5,21.24.40; 6,27.40.51.54; 7,37ss). Esta puerta se abre a la tierra de la vida, la del amor leal. El hombre quedará libre de la explotación a que estaba sometido.
Jesús se propone él mismo como alternativa al orden injusto, él crea el ámbito donde el hombre puede ser libre y gozar de la vida-amor que él comunica. Es la tierra prometida, la nueva comunidad humana de amor muto (6,21 Lect.), punto de llegada de su éxodo.
El hombre ejercerá su actividad a través de esa puerta, como lo expresa la frase: podrá entrar y salir; tendrá libertad de movimientos, pues Jesús hace andar a los inválidos (5,8.9.11.12; cf. 8,32.36).
La expresión encontrará pastos equivale a nunca pasará hambre, nunca pasará sed (6,34). El <<pasto>> de que habla Jesús se identifica con el pan de la vida que es él mismo. Hay un juego de palabras entre <<pasto>> (gr. nomê) y <<Ley>> (gr. nomos). La antigua Ley está sustituida por este <<pasto>> que encuentra el discípulo, que por contener el Espíritu, se convierte en la nueva Ley, la del amor leal (1,17; 13,34s).
La alternativa de Jesús es, pues, su comunidad, el lugar de la vida (quedará a salvo), de la actividad y libertad (podrá entrar y salir) y del amor y solidaridad mutua (el pasto).
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