jueves, 11 de agosto de 2022

Jn 8,51

 <<Pues sí, os lo aseguro: Quien cumpla mi mensaje, no sabrá nunca lo que es morir>>.

Jesús, sin embargo, no ha venido a dar sentencia; a todos les ofrece la vida. Con esta declaración expone a los dirigentes el fruto del amor al hombre, de las exigencias de Dios que son su mensaje. A los que lo quieren matar no responde con odio ni los excluye de su acción salvadora. Ha denunciado con fuerza su injusticia y su idolatría, pero ahora les da de nuevo la ocasión de rectificar (2,16 Lect.). Su pecado los lleva a la muerte (8,21.24a). Jesús les enseña de nuevo (8,24b) la manera de escapar de ella: renunciar a su pecado dedicándose al bien del hombre. Esto los hará libres e hijos de Dios, y con ello los librará de la muerte.

La actividad en favor del hombre, a la que lleva el Espíritu, es fuente de vida, hasta el punto de excluir toda experiencia de muerte. Esta no existe para el discípulo. La muerte física no interrumpe la vida ni es una experiencia de destrucción. La vida que Jesús comunica no conoce fin (3,16; 4,34; 5,21). Tal es el designio de Dios (6,39s).

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