Y lo echaron fuera.
Ahora, al fallar la coacción moral, toman la medida violenta. Lo expulsan de su comunidad, porque no niega su propia experiencia ni renuncia al bien que ha recibido. La sinagoga, regida por los dirigentes, es el lugar de la tiniebla. Con su mentira oficial han querido apagar la luz, que es la vida. Al no conseguirlo, el hombre no puede quedar dentro. A los responsables no sólo les es indiferente el bien del hombre, les resulta un estorbo, un obstáculo para su dominio. Rechazan a Jesús y a los que se le adhieren. No hay compromiso posible; como Jesús tuvo que salir del templo, los suyos son incompatibles con la sinagoga.
SÍNTESIS
Los representantes del poder religioso-político judíos se encuentran desconcertados ante la obra de Jesús, que derriba los presupuestos teológicos de su sistema. La reacción es típica: después del impacto inicial, que produce una vacilación, se conciertan para neutralizar el hecho. En primer lugar, pretenden negar su existencia, considerándolo un fraude. En vista de lo inútil de la empresa, recurren a la autoridad doctrinal que se arrogan, para definir que lo que el hombre experimenta como bien y como vida es contrario a lo que Dios quiere, y que, por tanto, no debe considerarse un beneficio ni a su autor como un enviado de Dios.
Aferrados a su ideología niegan la evidencia e invierten los valores, llamando al bien mal y al mal bien, a la tiniebla luz y a la luz tiniebla. Detrás de esa ideología se encuentra su posición de privilegio y de dominio, que defienden a toda costa, aun oponiéndose a los hechos. Para todo tiene argumentos su teología, fundada sobre el concepto de un Dios que, entre el bien del hombre y la observancia de su Ley, opta por esta última.
Ante el fracaso de la coacción moral, recurren a la violencia, último argumento, que muestra, al mismo tiempo, su irracionalidad y su mala voluntad. Pretendiendo poseer la luz, se ciegan ellos mismos y buscan cegar a los demás.
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