Los fariseos, a su vez, le preguntaron también cómo había llegado a ver. Él les respondió: <<Me puso barro en los ojos, me lavé y veo>>.
Los fariseos comienzan el interrogatorio. No les interesa el hecho de la curación, sino el cómo, porque ahí es donde pueden ver si ha habido infracción de la Ley. No se alegran con el hombre, lo humano se mira a través de lo jurídico. La respuesta del hombre es escueta: Me puso barro en los ojos, me lavé y veo. El hecho es incontrovertible, por su misma simplicidad. No se nombra a Jesús, que está en el trasfondo e inquieta a los fariseos.
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