miércoles, 10 de agosto de 2022

Jn 8,44b

 <<Él ha sido homicida desde el principio y nunca ha estado en la verdad, porque en él no hay verdad; cuando expone la mentira le sale de dentro, porque es mentiroso y el padre de la mentira>>.

Alude Jesús al relato de los orígenes, según el cual la serpiente (Gn 3,1ss), identificada más tarde con <<el diablo/enemigo>> (Sab 2,24), causó la muerte al hombre (homicida) con el engaño. Los dirigentes, que tienen por padre al Enemigo (diablo), representan el linaje de la serpiente (Gn 3,15). Pero Jesús, a su vez, identifica al Enemigo del hombre con el dinero, motor oculto, pero todopoderoso, de la institución corrompida. Al orden basado sobre el poder del dinero atribuye él la maldad y la hostilidad contra el hombre propias de la serpiente primordial.

Ellos son homicidas (8,40: tratáis de matarme a mí, hombre), como lo es el Enemigo, que encarnado en sistemas opresores han sacrificado siempre (desde el principio) el hombre al interés económico. Ellos son mentirosos (8,55), porque el Enemigo que los inspira lo es y lo ha sido siempre.

Ese orden y los dirigentes que lo representan proponen la mentira, contraria a la verdad expuesta por Jesús de parte del Padre (8,40). La verdad se refiere a un modo de obrar que favorece la vida (8,31 Lect.); la mentira, por tanto, al que favorece la muerte. Presentar como un valor lo que mutila y disminuye al hombre, ésa es la mentira. La verdad de Jesús es plenitud de vida y libertad; la mentira de ellos es esclavitud y supresión de vida. Al enseñarla como voluntad de Dios, amputan la tendencia fundamental del hombre, vaciándolo del deseo de plenitud humana, objetivo del designio creador. Le hacen aceptar como verdad un dinamismo suicida. Responde esto a la actividad de la serpiente en Gn 3,1-5; ella engaña y causa la muerte precisamente por proponer la idea falsa de un Dios tirano y rival del hombre.

Jesús aseguraba que los que practicasen su mensaje descubrirían la verdad (8,32). Ahora denuncia al sistema judío como la mentira y el crimen institucionalizados. Pero, además, la acusación de Jesús implica que todo aquel que se identifica con un orden injusto se hace cómplice de esa mentira y homicidio.

El Enemigo nunca dirá la verdad. Encarnado en el Tesoro, la acumulación explotadora, se opone al compartir, señal y vehículo del amor (6,11 Lect.). Es por esencia la negación del amor creador.

En 7,18 habían propuesto Jesús el criterio para juzgar de la validez de una doctrina: Quien habla por su cuenta busca su propia gloria; en cambio, quien busca la gloria del que lo ha mandado, ése es de fiar y en él no hay injusticia. Es falsa la doctrina del que busca promover sus propios intereses. De ahí que la institución basada en el interés económico no puede proponer más que una mentira. Sólo el que está libre de injusticia puede decir la verdad (7,18b), y el orden aquel es radicalmente injusto.

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