<<Mientras es de día, nosotros tenemos que trabajar realizando las obras del que me mandó. Se acerca la noche, cuando nadie puede trabajar>>.
Jesús advierte a sus discípulos que han de asociarse a su actividad. En el ciego van a manifestarse las obras de Dios por mano de Jesús (cf. 5,17-36; 3,21; 4,34), pero también los suyos han de realizarlas (cf. 14,12). Tal será la actividad del grupo cristiano (20,21: como el Padre me ha enviado, os mando yo a vosotros). Como aparece por este episodio y por el del inválido (5,3ss), las obras que Dios realiza consisten en liberar al hombre de su impotencia y darle capacidad de acción.
El plural <<nosotros>> se refiere primordialmente a Jesús, pero incluye la futura actividad de los suyos, que tendrá que seguir la misma línea de liberación. Se opone al <<nosotros>> de 9,40, contraponiendo la comunidad de los dadores de la luz a la comunidad que ciega. La visión de de situaciones de opresión y de injusticia es una llamada a colaborar con la acción de Dios.
Jesús subraya la necesidad, tenemos que trabajar, y la urgencia de la misión, mientras es de día, es decir, mientras hay posibilidad de trabajo, porque se acerca una noche que impedirá toda actividad. La noche es el período de la tiniebla. Esta puede considerarse de dos maneras: en sí misma, como principio activo de muerte (1,5), o por oposición a la luz, como espacio o período en que falta la luz-vida (8,12), cuando Dios se manifiesta ofreciendo la salvación (7,33), y hay otro en que la oportunidad pasa, el de la ausencia de la luz. Jesús tiene su día (8,56), durante el cual manifiesta la luz, que es la gloria del Padre (12,35; cf. 11,9); luego se marchará (7,33).
Llegará la noche cuando se verifique el rechazo definitivo de Jesús. Noche es el mundo sin Jesús, que es su luz. Una vez que los dirigentes del pueblo hayan hecho la opción definitiva, condenando a Jesús y rechazándolo como rey (19,14s), no se podrá hacer nada, la ruina es inevitable (cf. 7,34; 8,21). Mientras queda tiempo, hay que ofrecer la salvación.
En 6,28 la gente había preguntado a Jesús cuáles eran las obras que Dios quería que realizaran. Él les advirtió que Dios exige solo una obra: la adhesión a su enviado (6,29). Ahora, los discípulos que le dan su adhesión encuentran ante sí el horizonte de su trabajo, llevar a cabo las obras del que lo envió (5,36; 10,37). La obra primordial, la adhesión a Jesús, se traduce en obras en favor del hombre.
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