Otros, en cambio, decían: <<¿Cómo puede un hombre, siendo pecador, realizar semejantes señales?>>. Y estaban divididos.
Un segundo grupo de fariseos duda. Ser pecador, prácticamente equivalente de impío, descreído, parece incompatible con la señal tan clamorosa que acaba de realizar Jesús. Ellos, además, hablan de <<señales>> en plural, conocen su actividad. Descubren que el hecho <<señala>> a una realidad superior, que no puede ser más que de Dios. Pero lo que les impresiona es la calidad de la acción: descubren en ella el poder de Dios, o el amor del Padre. El grupo está dividido, Jesús hace vacilar su seguridad.
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