miércoles, 10 de agosto de 2022

Jn 8,47

 <<El que procede de Dios escucha las exigencias de Dios; por eso vosotros no escucháis, porque no procedéis de Dios>>.

Termina Jesús dando la razón última de la incredulidad de los dirigentes; a pesar de su pretensión de tener a Dios por padre (8,41b), no proceden de Dios; la prueba es que no escuchan sus exigencias. <<Las palabras/exigencias de Dios>> era expresión consagrada para designar los mandamientos dados por medio de Moisés. Ya en 3,34 se había dicho de Jesús: el enviado de Dios propone las exigencias de Dios, puesto que comunican el Espíritu sin medida. Por eso se identifican con el mensaje (8,31.37.43) y con la verdad que se descubre en la experiencia que da el Espíritu (8,31-32 Lect.), y hacen caducas las de la Ley antigua. Al comunicar el Espíritu colocan al hombre en la línea del amor que fructifica en la actividad. Las exigencias no hacen más que formular el dinamismo de Espíritu-amor que ha hecho nacer de Dios (1,13; 3,5s). Ellos, cuyo móvil es el Enemigo, el anti-amor, siguen sin escuchar a Dios (5,37). No reconocen la voz del Espíritu (3,8 Lect.) porque no proceden de Dios.

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