lunes, 8 de agosto de 2022

Jn 8,39-40

 Le repusieron: <<Nuestro padre es Abrahán>>. Les respondió Jesús: <<Si fuerais hijos de Abrahán, realizaríais las obras de Abrahán; en cambio, tratáis de matarme a mí, hombre que os he estado proponiendo la verdad que aprendí de Dios. Eso no lo hizo Abrahán>>.

Ante la insinuación de Jesús se produce una nueva reacción, afirmando otra vez su ascendencia: Jesús los enfrenta de nuevo con su modo de obrar. Ser hijo no es un hecho estático, sino dinámico; la comunidad de sangre tiene que traducirse en parecido de conducta. Si ellos no se portan como se portaba Abrahán, no son hijos suyos; un hijo aprende de su propio padre (5,19).

En la tradición judía, <<las obras de Abrahán>> designaban la benevolencia, la modestia y la humildad.  Pero se afirmaba también entre los rabinos que quien no realizaba esas obras realizaba, en cambio, las de sus antepasados, que eran idólatras. Si ellos hacen lo contrario de Abrahán, pues quieren matar al que les comunica la verdad de Dios, deben ser hijos de otro padre. Se prepara la acusación contenida en el párrafo siguiente.

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