Algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie le puso las manos encima.
Las dos opiniones expresadas eran positivas, pero existe todavía un tercer grupo de adversarios decididos de Jesús que, ya anteriormente, habían tratado de echarle mano, con ocasión de su primera declaración mesiánica (7,30). Estos anónimos no pueden soportar que Jesús se declare Mesías. La oposición nace precisamente de haber entendido su declaración. Son, por tanto, los que defienden el templo y la Ley, cuya sustitución ha anunciado. Tal Mesías, que no continúa la tradición, les resulta insoportable. Representan el mundo que odia a Jesús (7,7), son <<los hombres>> que, ante la luz, eligen las tinieblas, porque su modo de obrar es perverso (3,19): los que están de acuerdo con la opresión.
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