sábado, 6 de agosto de 2022

Jn 8,16

 <<Pero, incluso, si la diera, esa sentencia mía sería legítima, porque no estoy solo, estamos yo y el Padre que me mandó>>.

Aunque él no pretende excluir a nadie, el rechazo de ellos constituye una autoexclusión, es de hecho una sentencia. En presencia de la luz, prefieren las tinieblas (3,19), porque su modo de obrar es perverso; con esa opción se condenan ellos mismos (3,18: ya tiene la sentencia; cf. 5,22.27.30); Jesús solamente la refrenda, no comunicando vida al que no quiere aceptarla.

Esta sentencia sería legítima, porque el testimonio de Jesús, que es el de sus obras, está apoyado por el del Padre (5,36s). Él no excluye a nadie, si no es de acuerdo con el Padre, pues no ha venido a llevar adelante un designio propio, sino el designio del que lo envió (5,30).

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