sábado, 6 de agosto de 2022

Jn 8,18

 <<Soy yo el testigo en mi causa y, además, es testigo en mi causa el Padre que me mandó>>.

Resume Jesús los dos aspectos de la cuestión: para declarar su misión y anunciarse Mesías basta su propio testimonio, pero si en esa declaración ven ellos una sentencia, también está asegurada la validez de ésta, pues de todos modos el Padre, que envió a Jesús, está siempre con él (8,16: no estoy solo). Él, como Mesías-luz, ofrece el amor del Padre al mundo; quien rechaza ese ofrecimiento rechaza también al Padre, porque no se puede honrar al Padre sin honrar al Hijo (5,23); la sentencia de ambos es una y la misma, como su designio (5,30; 6,38-40).

En resumen, Jesús, para afirmar lo que es, no necesita apoyo de otro, ni puede tenerlo; le basta su experiencia interior del Padre, como origen de su misión y final de su camino. Para actuar, en cambio, tiene al Padre con él, que lo avala con su testimonio.

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