Estas palabras las dijo enseñando en el Tesoro, en el templo.
Última mención de la enseñanza de Jesús, que termina la secuencia y que será recordada en el interrogatorio ante el sumo sacerdote (18,20). Es significativo que Jn yuxtaponga la mención de la sala del Tesoro a la discusión con los fariseos. Éstos eran grandes defensores de la institución, cuyo símbolo supremo era el templo, ya acusado por Jesús de ser un mercado (2,16). En el Tesoro o almacenes del templo se guardaban los frutos de la explotación del pueblo.
Jesús está en el templo, que es para él la zona de máximo peligro. El Hijo de Dios se encuentra menos seguro precisamente en la casa que debiera ser la de su Padre (cf. 2,16). El vocabulario es significativo. De las doce veces que aparece en Jn el verbo <<matar>> (apkteinô), seis veces (7,19.20.25; 8,22.37.40) se encuentra en esta sección, donde Jesús actúa en el templo. De las ocho veces que Jn usa <<prender>> (piazô), cuatro (7,30.32.44; 8,20) se encuentran en esta sección. Este vocabulario revela por sí mismo la gran tensión que dentro del recinto del templo opone, de una parte, a Jesús, por haber realizado una señal de vida obrando en conformidad con el Padre (7,21-23; cf. 5,17-21) y, por otra, a los dirigentes, que, por la misma razón, lo quieren matar. La oposición es, pues, entre la vida, Jesús, y la muerte, los dirigentes. Pero es significativo que el enfrentamiento tenga lugar en el templo, administrado por ellos.
Jesús había llegado a él clandestinamente (7,10), y saldrá de él, ante la amenaza de muerte, para volver a la clandestinidad (8,59). Jesús, el verdadero santuario de Dios (2,19-21), es incompatible con el templo del que su Padre ha sido desbancado para ser sustituido por el lucro. A esa incompatibilidad van a sacrificarlo a las autoridades, optando por la muerte de Jesús antes de poner en peligro el beneficio económico en que fundan su poder (11,48). Es significativo que, en este omento de máximo enfrentamiento, Jesús se presente hablando en el Tesoro, centro del templo, su verdadero santuario. En efecto, el dios del templo ya no es su Padre, sino el dinero, que ha ocupado su puesto (2,16). En el Tesoro se encontraba la Sala de los Sillares, donde se reunía el Consejo Supremo de Israel. Esta mención del Tesoro prepara la denuncia que sigue; su significado quedará patente en 8,41-47.
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