sábado, 6 de agosto de 2022

Jn 8,20b

 Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.

Continúa el deseo de prender a Jesús (7,30.44; 8,20), pero se subraya su libertad; él dará su vida por propia iniciativa, cuando llegue su hora (7,30; 8,20; 12,23; 13,1; 17,1).

SÍNTESIS

Al proclamarse <<la luz del mundo>>, Jesús sigue invitando a su éxodo a la humanidad entera, sometida a un sistema de poder que tiene por fundamento el dinero; éste ha llegado incluso a ocupar el puesto de Dios en el templo. Es un dios homicida y mentiroso; el espacio dominado por él es un espacio de muerte. La invitación de Jesús apela a la libertad del hombre; éste ha de dar el paso saliendo voluntariamente de la opresión. Seguir a Jesús en su éxodo da la experiencia de la vida.

El amor universal (la luz del mundo) no implica condenación para nadie. Sin embargo, la invitación de Jesús es sentida por los opresores como una acusación; para defenderse, le niegan toda autoridad. Jesús no se esfuerza en demostrársela; sólo la entiende quien está en favor del hombre y es, por eso, sensible al Espíritu de Dios. Quien desprecia al hombre (7,49), no puede comprender a Jesús ni conocer a Dios. Y quien se sienta acusado por la persona y actitud de Jesús, está acusado por el Padre.

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