<<Yo me marcho; me buscaréis, pero vuestro pecado os llevará a la muerte>>.
Otra vez pronuncia Jesús su frase enigmática (7,34), pero añadiendo un aviso que explicita el peligro que corren. Él sabe que la situación no puede durar e insiste en la gravedad de la circunstancia. El rechazo que hacen de él va a tener consecuencias desastrosas, porque al permanecer ellos en su pecado, éste los llevará a la muerte. Tal es la lógica del pecado mismo. El desastre amenaza a todos (7,34b Lect.), pero la responsabilidad recae sobre los dirigentes. Éstos, que deseaban y tramaban la muerte de Jesús (7,1.19.20.25), reciben ahora el aviso de que son ellos los que están en peligro de morir. Planeaban ellos eliminar a un enemigo peligroso; Jesús les descubre que el peligro no está en él, sino precisamente en la hostilidad contra él. El que ellos consideran enemigo es el único que los puede salvar; rechazarlo será su ruina.
Resuena en estas palabras de Jesús el dicho de Jeremías: <<En aquellos días ya no se dirá: ´Los padres comieron agraces, los hijos tuvieron dentera´, pues el que muera será por su propia culpa, y tendrá dentera el que coma los agraces>> (31,29-30). Jesús anuncia pues, a <<los Judíos>> la responsabilidad que pesa sobre ellos y la ruina que los amenaza.
Es la segunda vez que aparece en el evangelio <<el pecado>>. La primera fue en el pregón de Juan Bautista, al identificar a Jesús como el Cordero de Dios, el que va a quitar el pecado del mundo (1,29). El verbo <<pecar>> ha aparecido en 5,14, significando la adhesión a las instituciones corrompidas y opresoras (ibíd. Lect.). Nótese que la mención del pecado sigue inmediatamente a la del tesoro (8,20).
<<El pecado del mundo>> había quedado insinuado en el prólogo por la frase <<el mundo no la reconoció>> (1,10). No queriendo reconocer la Palabra en la que brilla la vida, <<el mundo>> se opone a ella. De ese pecado son culpables los dirigentes judíos; por eso no se trata de pecados cualesquiera, sino de uno determinado, vuestro pecado, pecado colectivo, del que participan todos sus oyentes, y anterior a la llegada del Mesías, que va a librar de él a la humanidad (8,23 Lect.).
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