<<es decir, si no llegáis a creer que yo soy lo que soy, os llevarán a la muerte vuestros pecados>>.
La única manera de escapar al pecado y a sus consecuencias es reconocerlo a él como Mesías (yo soy lo que soy, cf. 4,25-26 Lect.) y prestarle adhesión como <<luz del mundo>> (8,12). Esto significa salir del orden injusto que va a condenarlo y ejecutarlo (8,21: Adonde yo me marcho). Creer en él como Mesías es la condición para estar donde él está (7,34), y poder seguirlo adonde él se marcha. Hay que pasar de abajo a arriba, del <<mundo>> a la esfera del Padre, que es el lugar donde está Jesús.
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