El último día, el más solemne de las fiestas.
Jn señala la fecha de la declaración, subrayando su importancia y su conexión con los ritos de la fiesta, según se verá. Como ya se ha expuesto (6,39 Lect.), la frase el último día tiene un doble sentido. Por una parte, cronológico; por otra, teológico. El segundo, el más importante, desplaza la datación a este lugar.
Este episodio forma parte de una unidad mayor, que abarca toda la actividad de Jesús en el templo (7,14: subió al templo; 8,59: salió del templo). En ella se encuentran dos dataciones, una inicial (7,14: mediadas ya las fiestas) y otra mediana (7,37: el último día), sin que la segunda haya sido precedida de una interrupción; por el contrario se sitúa en el centro de una unidad menor, marcada por el envío de los guardias (7,32) y su vuelta (7,45). Es la intención teológica, primaria en Jn, la que constituye esta unidad; los mismos datos cronológicos tienen sentido teológico. El primero (7,14) quiere indicar la negativa de Jesús a participar en la fiesta. El segundo (7,37) hace que toda la actividad de Jesús en el templo esté bajo el signo del último día. No se trata, por tanto, de la crónica de lo sucedido, sino de la reflexión unitaria, a partir de los motivos teológicos que la fiesta ofrecía, sobre la invitación de Jesús y el rechazo del pueblo, en particular de los dirigentes.
El sentido teológico del último día está indicado por el autor al dar la interpretación de las palabras de Jesús (7,39), refiriéndolas al futuro: el agua que ofrece se dará cuando manifieste su gloria, es decir, en su muerte (19,34). El grito de Jesús adquiere así un carácter de promesa; invita anticipadamente a lo que será realidad más tarde en la cruz. De ahí que el último día denote una doble fecha: por una parte, el último día de la fiesta de las Chozas, donde se anuncia cuál será la obra de Jesús Mesías con el hombre; por otra, el de su muerte, a partir de la cual se verificará lo anunciado. Por tanto, este día último y solemne, el de Jesús en la cruz. Será último, porque en él todo quedará terminado (19,30: Queda terminado); será el más solemne de la fiesta, porque en él se inaugurará el nuevo santuario (2,21), en el que se manifestará la gloria de Dios (17,1; cf. 19,35) y del que fluirán los ríos del agua del Espíritu (19,34).
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