lunes, 1 de agosto de 2022

Jn 7,37b-38

 Jesús, puesto de pie, gritó: <<Si alguno tiene sed, que se acerque a mí, y que beba quien me da su adhesión. Como dice aquel pasaje: ´De su entraña manarán ríos de agua viva´>>.

Nueva alusión a Prov 1,21, donde la Sabiduría (la Sensatez) grita. Estas palabras de Jesús hacen alusión a los ritos de la fiesta. Cada día de las festividades se celebraba por la mañana una procesión, llevando al templo, en un recipiente de oro, agua de la fuente de Gihón. Durante el recorrido se cantaba Is 12,3: <<Sacaréis agua con gozo del manantial de la salvación>>. Se entraba al templo por la Puerta de la Fuente (Neh 3,15), agitaban todos los ramos propios de la fiesta (12,13 Lect.) y se cantaba el Hallel egipcio (Sal 113-118), propio también de la fiesta de Pascua; recordaba la liberación del pueblo, y su último salmo era mesiánico. Rodeaban a continuación el altar de los holocaustos, agitando los ramos al canto de Sal 118,25: <<Señor, danos la salvación; Señor, danos la prosperidad>>. El sacerdote subía al altar y vertía el agua en un embudo de plata, de donde se derramaba en el suelo. El séptimo día se daban siete vueltas al altar.

Los textos del AT que se leían en la fiesta eran Ez 47,1: <<Me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar>>. El texto continúa describiendo la crecida del agua, hasta convertirse en un torrente imposible de vadear (47,5). A la vera del río crecerá toda clase de frutales, será un agua de vida (47,12).

Se ponía en relación el templo con la roca del desierto, Sal 78,15-16: <<Hendió la roca en el desierto, y les dio a beber raudales de agua; sacó arroyos de la peña, hizo correr las aguas como ríos>>. Esta roca, según la leyenda, acompañó a los israelitas por el desierto (cf. 1 Cor 10,3-4), y se identificaba con la roca que servía de base al templo (4,6 Lect.).

Se leía también Zac 13,1-14.8. Se promete allí un manantial, que será abierto en Jerusalén. Es particularmente interesante este texto, porque a la hora de cumplirse esta promesa, al manifestar Jesús su gloria (7,39), se cita un texto que pertenece a esa misma sección de Zacarías, el texto del Traspasado (Zac 12,10), que se identificará con Jesús mismo (Jn 19,33.34.37). Así, de <<su entraña>> brotan los ríos de agua viva (7,38).

Jesús es así la roca de la que mana el agua (Sal 78,16), el nuevo templo (Ez 47) y la fuente abierta en Jerusalén (Zac 13,1; 14,8). La identificación con el Traspasado hace que todos estos símbolos se concentren en su cuerpo (cf. 2,21), y en la hora en que manifiesta su gloria, que es la de su muerte.

La fiesta de las Chozas tenía también relación particular con el templo, pues en ella se había celebrado la dedicación del templo de Salomón (1 Re 8,2). De ahí que la fiesta de la Dedicación, instituida después de la profanación de Antíoco IV (Jn 10,22 Lect.), se llamase las Chozas de diciembre.

Ya en el AT el Espíritu de Dios se compara con el agua que produce la fecundidad de la tierra estéril (el pueblo), dando fruto de justicia, paz y fidelidad a Dios, él había de crear un pueblo de profetas y producir la purificación.

En la tradición rabínica, aunque el agua sigue siendo símbolo del Espíritu, se aplica, sin embargo, con más frecuencia a la Ley.

Resumiendo las alusiones que contiene este pasaje, Jesús se presenta como la nueva Sabiduría que grita ofreciendo el agua del Espíritu en lugar de la antigua Ley; él es la roca de la que fluyen los ríos de agua y que acompaña al pueblo en su éxodo hacia la tierra prometida; es el nuevo Moisés que proclama la nueva Ley, el Espíritu, fundamento de la nueva alianza (1,17), que es expresada en el nuevo mandamiento: igual que yo os he amado, también vosotros amaos unos a otros (13,34); él es el templo profetizado por Ezequiel, del que saldrá el río de agua vivificante, y la fuente anunciada por Zacarías, que Dios abrirá en Jerusalén y que correrá de mar a mar.

Jesús invita, por tanto, a adherirse a él como Mesías, que, con su éxodo, funda la nueva comunidad, única esperanza de salvación para Israel.

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