<<el que me sigue no caminará en tiniebla>>.
Esa luz está en movimiento e invita a seguirla para salir de la tiniebla. Propone Jesús con esto el itinerario de su éxodo. Reaparece aquí la oposición entre luz y tinieblas establecida en el prólogo (1,5); en los textos de Isaías antes citados eran figura de la opresión a que estaba sometido el pueblo (42,7; 49,9). Como en el prólogo, luz y tinieblas tienen un ámbito universal; la tiniebla es la doctrina de mentira y muerte que, en el pueblo judío, se objetiva en la institución que impide la vida del hombre (5,10 Lect.) y quiere matar a Jesús (5,16.18; 7,1.7.19.25.30.32.44), es decir, en los dirigentes judíos, los sumos sacerdotes y fariseos (7,32.45), que detentan el poder sobre el pueblo (7.13.26.49).
Con su declaración en el templo, reducto de los dirigentes, Jesús invita a abandonar la institución opresora, como había ya anunciado simbólicamente en la primera Pascua (2,15 Lect.). Es un desafío en medio de la hostilidad que ha marcado desde el principio su presencia y su enseñanza en el templo. Ofrece al hombre su alternativa, invitándolo a romper con el orden injusto (cf. 8,23; 15,19; 17,14). Hay que salir, para seguirlo adonde él se marcha, al Padre (7,33ss). Esta declaración continúa otra anterior sobre el tiempo de salvación y su urgencia (compárese 7,33 con 12,35): es el tiempo en que aún se puede caminar.
La invitación se hace a todo hombre, pero en singular: el que me sigue. Presupone Jesús la decisión personal. No se le sigue masivamente; cada miembro de la nueva comunidad ha de ser responsable de su opción.
En esta declaración universalista, donde Jesús se presenta, en cuanto Mesías, como el fundador de la nueva comunidad humana, acabando con las instituciones del pasado, se esperaría un plan para el futuro. Pero Jesús nunca propone plan u organización. Él crea los hombres nuevos, capacitados por el Espíritu; tales hombres, en relación personal con Jesús (el que me sigue) se relacionarían entre sí de una manera nueva, la del amor muto. La sociedad nueva no recibirá cohesión o seguridad de una organización exterior, su trama será el Espíritu de Jesús; tocará a los suyos encontrar los caminos para hacer eficaz la nueva relación humana. La dirección justa la dará el seguimiento. <<Seguir>> indica una dirección definida y una vida orientada, mientras <<caminar en la tiniebla>> supone una vida sin objetivo, un moverse que lleva a la muerte (12,25). La presencia de Jesús como luz va a revelar la opción de sus adversarios (cf. 3,19).
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