Reaccionaron contra él: <<Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie: ¿cómo dices tú: ´Llegaréis a ser libres¨?>>.
El sujeto que manifiesta esta reacción queda en Jn indeterminado. Está constituido sobre todo por los Judíos abiertamente enemigos de Jesús, que rechazan de plano su mensaje (8,37), mientras los destinatarios de la frase anterior lo habían aceptado (8,31). Son sus adversarios, los que quieren matarlo (8,40), quienes lo insultarán repetidamente en la última parte de la controversia (8,48.52.57).
El hecho de que Jn no distinga claramente entre éstos y los que habían dado crédito a Jesús refleja probablemente la existencia posterior de comunidades judaizantes, que tenían en común con los judíos el orgullo de ser descendientes de Abrahán y el culto de la Ley. Por eso Jn no los considera plenamente discípulos (8,31: le dieron crédito, en lugar del término técnico de la fe: le dieron su adhesión, 8,30), y les advierte del peligro que corren por no romper con instituciones que provocaron la muerte de Jesús (cf. 19,7).
Sale a la superficie el orgullo de raza: Somos linaje de Abrahán. Según la concepción judía, todo israelita, por descender de Abrahán, tenía sangre real; por eso se ofenden de que Jesús les ofrezca la libertad.
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